La historia no la hacen sólo los personajes célebres que aparecen en los libros de texto y en las enciclopedias. La historia la hace el pueblo, la gente sencilla y humilde que, como decía Machado, “viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos descansan bajo la tierra”. A ellos van dedicados estos premios. A los desheredados de la historia, a los héroes anónimos del pueblo, a esos ilustres vecinos que subyacen debajo de las historiografías oficiales.
El propio nombre de estos premios es una invitación a sentirnos orgullosos de nuestro pueblo: “Soy Guillena”. En primera persona del singular: “soy”. Porque somos cada uno de nosotros los que con nuestra pequeña aportación hacemos este pueblo, cada uno de nosotros tiene un lugar importante en el engranaje de la historia de Guillena.
El propio nombre de estos premios es una invitación a sentirnos orgullosos de nuestro pueblo: “Soy Guillena”. En primera persona del singular: “soy”. Porque somos cada uno de nosotros los que con nuestra pequeña aportación hacemos este pueblo, cada uno de nosotros tiene un lugar importante en el engranaje de la historia de Guillena.
“Soy Guillena” es una invitación a perder estúpidos complejos de inferioridad, y a amar nuestro pueblo. Porque Guillena está atiborrada de nombres sinceros, de apodos remotos, pronunciados con nostalgia, de héroes sin leyenda, de personajes invisibles que tienen por medallas el corazón de la aclamación popular más sincera.
Quizás no aparezcan en el ranking, pero se han convertido en los motores de cambio hacia un mundo mejor, porque comprendieron que, con energía, con buenas ideas, con el trabajo abnegado y constante, el mundo puede mejorar significativamente.
Por eso el 28 de enero se les rindió un colectivo homenaje, el de todo su pueblo, de Guillena.
Por eso el 28 de enero se les rindió un colectivo homenaje, el de todo su pueblo, de Guillena.
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